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Final:
—Usted compró mucho de mí y por nada, Terry. Por una sonrisa, una inclinación de cabeza, un saludo con la mano y algunas copas tomadas de vez en cuando en un bar tranquilo y confortable. Fue agradable mientras duró. Hasta la vista, amigo. No le digo adiós. Se lo dije cuando tenía algún significado. Se lo dije cuando era triste, solitario y final.
—Regresé demasiado tarde —dijo—. Estos trabajos plásticos llevan tiempo.
—Usted no habría regresado si yo no hubiera descubierto todo el asunto.
En sus ojos vi súbitamente un reflejo de lágrimas. En seguida se colocó los anteojos oscuros.
—No estaba seguro —me contestó—. No me había decidido. No querían que le dijera nada a usted y yo no estaba decidido.
—No se preocupe por eso, Terry.
—Estuve en los comandos, amigo. Uno no puede ingresar ahí si es un tipo blando. Quedé malherido y le aseguro que no era nada divertido estar con esos médicos alemanes. Eso influyó mucho en mi manera de ser.
—Estoy enterado de todo, Terry. En muchos sentidos usted es un buen muchacho. No lo estoy juzgando y nunca lo hice. Lo que pasa es que usted ya no está más aquí. Hace mucho tiempo que se fue. Ahora usa ropas finas y perfume y está tan elegante como una puta de cincuenta dólares.
—No hago más que representar un papel —dijo casi con desesperación.
—Y con eso no sacó nada bueno, ¿no es así?
Sus labios se abrieron en una sonrisa amarga.
—Por supuesto. Todo no es más que una representación. No hay nada más. Aquí dentro —se golpeó el pecho con el encendedor—, no hay nada. Antes había algo, Marlowe. Hace mucho tiempo. Bueno… creo que éste es el final de todo.
Se puso de pie y yo hice lo mismo. Me extendió la mano y se la estreché.
—Hasta la vista, señor Maioranos. Me alegro de haberlo conocido… aunque sea por un momento.
—Adiós.
Se dio vuelta y se encaminó hacia la salida. La puerta se cerró. Escuché los pasos que se alejaban por el corredor de mármol. Después de un momento fueron haciéndose cada vez más leves hasta que reinó el silencio. Sin embargo seguí escuchando. ¿Para qué? ¿Hubiera querido que se detuviera de pronto, que regresara y disipara con sus palabras el estado de ánimo en que me encontraba? Bueno, de todos modos no lo hizo. Aquélla fue la última vez que lo vi.
Nunca volví a ver a ninguno de ellos…, excepto a los policías. A éstos todavía no se ha inventado la forma de decirles adiós.
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